¿Te gusta leer y aprender cosas nuevas? ¿O tienes que leer muchos documentos para el trabajo? Vivimos en un mundo acelerado: la información es el centro de la mayoría de nuestras vidas. En nuestra vida personal, hay muchas cosas que queremos aprender. Y si eres un trabajador del conocimiento, lo más probable es que tengas que leer correos electrónicos, informes y otros documentos a diario.
La multitarea perjudica nuestra productividad. Y hay tanto que leer, pero tan poco tiempo, ¿verdad? Eso no es necesariamente cierto. La lectura rápida es algo que ha recibido mucha atención en los últimos años. La gente siempre está buscando formas de hacer las cosas de forma más eficiente. Al aprender a leer rápido, se procesa significativamente más información y se hacen las cosas más rápidamente. Sin embargo, con la mayoría de las técnicas de lectura rápida, es necesario adaptar tu estilo de lectura natural.
Una búsqueda en Google de «lectura rápida» arroja múltiples métodos. La mayoría de ellos giran en torno a la coordinación ocular, la lectura entre líneas, la omisión de palabras o la visualización mientras se lee. En los últimos años, he probado diferentes técnicas. Al principio me resultaba útil y productivo, pero al cabo de uno o dos días volvía a caer en mis viejos patrones. Por ejemplo, mover los ojos muy rápido no me resultaba natural.
Lo mismo ocurre con la «técnica de visualización», que requiere que se visualice cada palabra que se lee. Aunque no cuestiono la eficacia de estos métodos (probados), creo que no son para todo el mundo. El problema es que somos criaturas de hábitos: cambiar nuestra forma de leer es algo extremadamente difícil porque es algo que hemos aprendido desde niños.
El sitio librosgratisxyz.info ha encontrado algunas estrategias que puedes aplicar, sin cambiar tu forma de leer. Estas estrategias no se centran en la técnica de lectura propiamente dicha. Sino en estrategias que mejorarán el tiempo en el que puedes terminar un libro o documento. No se trata necesariamente de palabras por minuto. Se trata de terminar algo en menos tiempo que antes, pero sin dejar de captar toda la información.
Consejos para acelerar la lectura
El mayor obstáculo que se interpone en el camino de la mayoría de nosotros son las ideas erróneas que tenemos sobre la lectura. Creemos que tenemos que leer cada palabra de un libro, artículo o documento para entenderlo. Sencillamente, no tenemos tiempo para leer cada una de las palabras, no importa lo rápido que se lea. Creemos que tenemos que memorizarlo todo por la presión de la escuela: teníamos que recordarlo todo porque teníamos exámenes.
Intentar recordar todo lo que leemos es una pérdida de tiempo: olvidamos el material que nuestro cerebro almacena en su memoria a corto plazo después de un par de días. Así que es hora de deshacerse de algunos conceptos erróneos y hackear tus métodos de lectura.
Aprender el «arte» de saltar
Nuestro cerebro puede entender conceptos sin tener que leer un libro o artículo completo. Si sabes «qué» saltar, puedes leer un libro más rápido y obtener la información esencial. Una vez que hayas leído unos cuantos libros de no ficción, conocerás la estructura. Entender el esquema te ayudará a saltarte las partes no esenciales. Por ejemplo, empieza por ver una vista previa de todo el libro (también puedes hacer lo mismo con los informes, las entradas del blog, etc.).
Lee los primeros párrafos introductorios para captar el mensaje del libro. A continuación, lea el subtítulo, los títulos y los subtítulos. A continuación, lee la primera y la última frase de cada párrafo. Este método te ayudará a comprender el texto más rápidamente. Esta estrategia te dará el 40 por ciento de la información vital.
Dirige tus pensamientos
Un mal hábito es soñar despierto: pensamos en las cosas más extrañas cuando estamos leyendo. Nuestra mente se va por la tangente. Soñar despierto es algo que todo el mundo hace: no tiene sentido detenerlo. En cambio, conviértelo en algo que te ayude a comprender. La próxima vez que sorprenda a su mente divagando, dirija sus pensamientos hacia el tema que está leyendo.
Conecta las palabras que estás leyendo con experiencias de la vida real. Por ejemplo, cuando estés leyendo sobre formas de afrontar el estrés, piensa en un periodo en el que hayas tenido mucho estrés. De este modo, permites que tu cerebro cree conexiones, lo que hará que sea más fácil de recordar.
Establece un objetivo
Fija un objetivo sobre el tipo de información que quieres obtener después de leer algo. Pregúntate a ti mismo: ¿Por qué estoy leyendo esto? ¿Por qué necesito esta información? ¿Cómo puedo utilizarla? Si estás en la universidad y tienes un examen sobre una asignatura: céntrate en las partes que se han tratado en las clases.
Si estás leyendo un libro sobre ejercicio, y quieres salir con una rutina de ejercicios: lee las partes que incluyen las diferentes rutinas de ejercicios. No tienes que descartar el resto, pero al menos puedes priorizar tu lectura.